NAVEGACIÓN GPS DE LA A A LA Z – 1/3

Aventura: azar inesperado, acontecimiento singular y extraordinario; empresa arriesgada pero atractiva y fascinante; prueba, experiencia cuyo resultado es incierto o aleatorio (del diccionario Treccani).

Las motos de hoy son más avanzadas, más tecnológicas, con mejores prestaciones, más bonitas (algunas de ellas) y también más caras… pero a pesar de la «crisis económica» se siguen vendiendo cada vez más. Las cifras nos dicen que, desde hace 25 años hasta hoy, el número de motos en circulación no ha dejado de aumentar (junto con la edad del motorista medio, que parece ser de 40,4 años): Italia está a la cabeza de Europa, con unos 7,4 millones de vehículos de dos ruedas en circulación, y España, con 3,5 millones, lo que hace un total europeo de unos 35 millones.

Estas cifras, sin embargo, deben leerse en su conjunto: las ventas de ciclomotores han descendido, pero las de «motos de verdad» han aumentado; y ni siquiera las de tamaño medio, sino las grandes.

Como puede verse claramente en el gráfico de al lado (fuente: economia-italia.com), se ha producido un aumento lento y constante del número de motocicletas, un mercado «tirado» primero desde finales de los 90 y principios de los 2000 por los scooters de gran cilindrada; después, en los últimos años, por las grandes cilindradas, especialmente los maxi-enduros, lo que significa que quienes compran gastan mucho más dinero que antes y que el valor de este parque de motos es mucho mayor que hace 20 años.

Lejos de mi intención aburrir al lector con otra clase de economía, pero creo que a estas alturas todo el mundo tiene claro hasta qué punto el segmento medio y maxi-enduro está en ferviente ebullición y hasta qué punto los medios de comunicación lo están impulsando asociando a él el término «motos de aventura», con imágenes de aventuras en los desiertos de Marruecos, los caminos de herradura de los Alpes, los Alpes pirenaicos o incluso perdidos en algún lugar remoto del mundo que ni siquiera sabíamos que existía… pero que nos hace soñar con explorar.

Es decir, explorando. Volvamos entonces a nuestro buen diccionario Treccani.

Explorar: tratar de descubrir, de conocer lo desconocido, utilizando los medios adecuados.

«Utilizando los medios adecuados«. Lo sé, todos llevamos el romanticismo dentro. Yo vivo con ello, o convivo con ello, a diario. Pero la realidad es que por mucho que uno tenga espíritu de aventura y de adaptación, por muy preparado y experimentado que esté… es la evolución de las herramientas de navegación la que nos ha permitido «explorar» el mundo hasta el punto de dejar pocas cosas desconocidas (de hecho, ir incluso demasiado lejos…).

Oh, sí, me encantaría salir en mi moto y… ir. Quizá sólo fijar un primer destino pero olvidarme de mapas on/offline, cartas, topografía…reloj. Eso es, reloj, otro problema de nuestro siglo. Por muy románticos y aventureros que seamos, la verdadera aventura para muchos de nosotros es olvidarnos de mirar la hora y quizá llegar tarde a casa… pero también llegar demasiado tarde y encontrarnos al atardecer todavía en la montaña, con poca cobertura, sin el equipo adecuado para resolver algunos problemas y sin la experiencia para pasar la noche con seguridad.

¿Adónde quiero llegar? Que los medios de comunicación utilicen los hilos del romanticismo a los que estamos conectados para, a veces, hacernos sentir un poco pequeños y así hacernos pensar que «si él puede hacerlo, yo también». No lo dudo, soy el primero en pensarlo y siempre lo he hecho desde niño, desde que soñaba con ser paracaidista militar. Para ello, recuerdo una frase de uno de mis «héroes» de la época, un pionero, Patrick de Gayardon: «superar un límite, una frontera establecida, antes que el valor, es la disciplina, la experiencia, la ayuda de la ciencia, la medicina, la fisiología, la psicología. Sólo concentrando estas cosas en tu cuerpo y en tu mente puedes convertirte en un maestro del extremo».

Es bonito sentir ese romanticismo que nos lleva a buscar aventuras y a ponernos límites cada vez más lejanos, pero lo que los medios nunca nos dejan ver es todo el «trabajo sucio» que hay detrás, las horas de preparación, las caídas, los problemas y… el personal de apoyo.

¿Por qué hablo de esto? Porque a veces oigo a la gente decir que usar un gps no es una verdadera aventura… y a menudo, otros ni siquiera saben cómo funciona; alguien más tiene todo tipo de dispositivos disponibles en el mercado con los que sólo tiene que pulsar el botón «on/off» o «take me home» y el resto es… árabe.

Disponemos de la tecnología y además a un precio asequible: ¿por qué no utilizarla para mejorar nuestras experiencias?

Para ello, un primer artículo introductorio en el que se describen los sistemas gps, software y hardware, en los que podemos confiar para una navegación más segura, al que seguirán otros dos artículos dedicados a todos aquellos motoristas que disponen del material necesario pero no saben cómo comunicarse entre sí con flujos de trabajo sencillos y directos.